martes, 26 de marzo de 2013

NI OLVIDO, NI PERDON



La señora Estela de Carlotto ha declarado que los actos terroristas cometidos por las diferentes organizaciones subversivas que asolaron nuestro país desde los ’60 hasta los ’80, fueron actos de violencia. Debemos agradecer a esta señora que nos revelara un dato de la realidad histórica que desconocíamos.
También nos ha revelado que las “abuelas” "…reivindicamos el valor de una lucha, que sí la hubo armada . Aunque no estamos con la violencia, esa violencia es la que tuvo San Martín y los héroes cuando tuvieron que defender la patria. (Ellos, por los desaparecidos) defendieron a su manera, con errores, virtudes y defectos. Nosotros no idealizamos, ponemos la conducta fiel y total de cada uno, en el caso particular".
Una vez más debemos agradecer a esta señora que por sus propias palabras haya demostrado que es un ser tan abominable como la Sra. Hebe de Bonafini, de quién siempre fue distinguida, no sin esfuerzo, pero con éxito.
Carlotto fue, de alguna manera, la cara presentable y moderada de un reclamo legítimo pero parcial, de un medio reclamo que, amparado en los derechos humanos calló por conveniencia las atrocidades cometidas por la subversión terrorista a la que pertenecieron gran parte de los desaparecidos por los gobiernos peronista del 73/76 y del proceso militar de los años 76/83.
De la misma manera que Hebe de Bonafini se quejaba de que se le había negado el derecho de colgar en el Museo de la Memoria el fusil FAL con el que había peleado su hijo guerrillero, a Carlotto la traicionaron las palabras al comparar la violencia ejercida por los grupos subversivos, y por su hija desaparecida –en quien represento a ese universo-, con la violencia ejercida por el Gral. San Martín y nuestros granaderos durante la guerra de la independencia.
La desaparición de una persona por atroz que haya sido su delito o conducta es aberrante y cuando esa desaparición es masiva y se constituye en una práctica organizada desde el Estado como política represiva, además de violar los derechos humanos más básicos, es un crimen de lesa humanidad cuya racionalidad escapa a cualquier tipo de análisis. La naturaleza de esos crímenes no puede quedar impune porque lo que peligra con su impunidad no es un valor jurídico determinado, sino la existencia misma de concepto humanidad, la impunidad de estas conductas nos reduce a la condición de animales.
Sin embargo, yo le contesto a la Sra. Carlotto que está equivocada, su hija murió como vivió, violentamente. Su hija no fue una adolescente idealista que quería cambiar el mundo, su hija fue una persona que quiso cambiar el mundo mediante la violencia y el terror. Sus asesinos no deben quedar impunes porque teniendo todas las herramientas para juzgar al terrorismo y condenarlo conforme a derecho, fueron devorados por el monstruo contra el que peleaban y optaron por el terror de Estado; sin embargo, esa circunstancia no redime a su hija, ni a sus compañeros de ruta y combate desaparecidos de la responsabilidad de sus actos terroristas.
Ellos también deben ser juzgados, tarde o temprano, ahora o después y le puedo asegurar que serán juzgados, lo sabemos porque hasta que ello no suceda no habrá justicia verdadera. El NI OLVIDO NI PERDON, JUICIO Y CASTIGO es una ruta de ida y vuelta que ambas partes deben transitar para que el país definitivamente pueda superar sus fantasmas y seguir su camino.
Por eso Sra. De Carlotto, la violencia ejercida por su hija mediante bombas, atentados y secuestros extorsivos no tiene nada que ver con la ejercida por el Gral. San Martín en la guerra de la independencia.
San Martín nunca asesino niños, ni puso bombas, ni engaño  para asesinar traicioneramente, siempre se presento de frente al enemigo, por las reglas del arte de la guerra, con honor; su hija y sus compañeros de ruta y combate, por el contrario, ejercieron su violencia mediante el engaño, agazapados, traicioneramente, asesinaron niños, secuestraron y torturaron, y desataron, le guste o no, la peor de la guerras argentinas del siglo XX.

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