viernes, 21 de junio de 2013

HASTA ACÁ!!!! DIJO LA CORTE.



Jueces de la Corte Suprema, desde la izquierda Argibay, Maqueda, Petracchi, Highton de Nolasco, Lorenzetti y Fayt, todos
ellos votaron en contra de la validez constitucional de la Reforma al Consejo de la Magistratura, el último el juez Zaffaroni
se alineo a los deseos de la Casa Rosada, caprichos de la presidente Cristina Fernández.


El martes pasado por la tarde la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina le dio un mensaje a los argentinos y fundamentalmente a Cristina Fernández de Kirchner.
Ese mensaje dice que el Poder Judicial de la República Argentina no está dispuesto a soportar que las ambiciones de los políticos de turno se lleven puesta la Constitución nacional. Porque la República Argentina es, en síntesis, su Constitución nacional.
La Constitución representa los valores en los que nos fundamos como nación, en ella descansan y viven los ideales de gobierno limitado y división de poderes en que se basa nuestro sistema republicano. Valores cuya actualidad permanece inalterable desde 1853, o acaso no son los valores que recuperamos en 1983 y que en estos 30 años hemos tratado, como pudimos, a los tropiezos, mantener y defender.
El papel que en esa arquitectura se le ha asignado al Poder Judicial, a través de su Corte Suprema, es quizás el más difícil de los que repartió el constituyente, ya que los jueces forman parte del poder más débil y deben frenar a los poderes más fuertes. Ese freno es el que valientemente asumió la Corte Suprema esta semana al declarar la inconstitucionalidad de la reforma del Consejo de la Magistratura.
En los últimos meses el gobierno nacional a través de sus voceros ocasionales, diputados, senadores o ministros, todos genuflexos oportunistas ha llevado adelante una campaña subversiva para confundir maliciosamente a la sociedad.
Deliberadamente llamo subversiva a la conducta del Poder Ejecutivo, porque se ha dedicado a subvertir el verdadero sentido y significado de las instituciones, con el objeto único de adecuar a sus necesidades y ambiciones Constitución y leyes fundamentales de nuestra organización política.
La primera de las afirmaciones de esa campaña dirigida a desconstitucionalizar a nuestra sociedad, se fundó en que los tribunales no pueden declarar la inconstitucionalidad de las leyes sancionadas por el Congreso. Gran mentira, la esencia del Poder Judicial radica en la facultad de declarar inconstitucional cualquier norma jurídica –ley, decreto o resolución- que se oponga o contradiga a la Constitución nacional, sin importar que Poder del Estado haya sido el autor de dicha norma. Si no fuera legitima esa facultad como se entiende la declaración de inconstitucionalidad de las leyes que establecieron el punto final a los juicios de lesa humanidad.
Espejito espejito, ¿quién será la futura Presidente de la Argentina?, ¿Qué deberé destruir para ser YO? 
Cualquier ley, decreto o resolución puede y debe ser declarada inconstitucional si se opone a la Constitución nacional, esto es lo que se llama “control de constitucionalidad” y así funciona en el mundo entero, salvo claro está en los países a los que es tan afín nuestro gobierno como Venezuela o Cuba, donde es una mera ficción y los jueces están llamados a dar barniz de legalidad al atropello de los derechos humanos por parte del Estado.
Otra mentira que ha sido profusamente vociferada para confundir a la sociedad es la crítica al Poder Judicial como poder “contra mayoritario”, en el sentido de que sus sentencias deben acompañar al gobierno en sus caprichos y qué de no hacerlo así atentan contra la voluntad popular.
Esta es una afirmación que roza la criminalidad, la naturaleza del Poder Judicial no es contra mayoritaria ni mayoritaria, la naturaleza del Poder Judicial en el edificio republicano de nuestra Constitución nacional radica en la doble función de administrar justicia y ser custodio de la supremacía de la Constitución nacional. Dicha supremacía constitucional, cuyo último guarda es la Corte Suprema, es el reaseguro previsto por el constituyente frente a eventuales desvíos de los otros poderes que atenten contra los derechos e instituciones por ella reconocidos.
En estos momentos aciagos de las instituciones democráticas en el que un gobierno autoritario, cerrado, agresivo y proclive a los vicios de los sistemas autocráticos y facistas pretende avanzar sobre las libertades individuales y las instituciones republicanas, es cuando debemos valorar la valentía de seis jueces que han puesto un límite a los desmanes del Poder Ejecutivo.
Frente al “vamos por todo” se ha levantado una sentencia que se sintetiza como “hasta acá llegaron”.
Sin embargo, esto ha sido sólo una de las muchas batallas que deberemos dar para defender a la Constitución nacional, y es a ella a quien ahora atacarán de lleno. Ya lo han anunciado, ya han comenzado a decirlo en los medios que dominan mayoritariamente y aunque lo niegue, es lo que Cristina Fernández de Kirchner alimenta y acaricia todas las noches, su proyecto de perpetuarse en el poder a cualquier costo. Ya está claro que la única manera de lograrlo será modificando o prescindiendo de la Constitución nacional, porque ella se cree una mujer sin límites y rodeada de enemigos.
Festejemos este Fallo de la Corte Suprema, pero seamos conscientes de que se avecina una reacción mayor que demandará un esfuerzo superior de todos los que creemos en que la libertad del individuo es más importante que la voluntad de la colectividad, que el gobierno sin límites es una tiranía y que la democracia sin república es una dictadura de las mayorías. Salvando las distancias, podemos afirmar de este Fallo, como alguna vez lo hizo Winston Churchill que “…nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”.


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