La Argentina se disuelve, comienza a desaparecer, ya no
será la que conocimos ni nunca llegará a ser el país que soñamos. Lógicamente seguirá
existiendo, pero se convertirá en un país diferente del que pudimos tener.
Quizás ese haya sido el destino de estas tierras y lo
que se pierde haya sido sólo el sueño de algunas generaciones, pero lo cierto
es que el cambio es y será tan profundo que no llegamos a percibirlo, no
tomamos cabal consciencia de cómo mutará nuestro rededor.
A principios de este año peleamos una batalla impensable
por la independencia del Poder Judicial y después la Corte Suprema como si
fuera el Mariscal Pétain en la segunda guerra mundial entregó el derecho de
propiedad de los Argentinos a un Estado claramente inmoral y corrupto en el
Fallo Grupo Clarín.
Que idiotas somos, no se trataba de Clarín, nunca se
trato de Clarín, ni de la libertad de expresión, se trataba del derecho de
propiedad. La Corte en su decisión destruyó un concepto esencial para la
supervivencia de cualquier país, destruyó definitivamente la seguridad jurídica
de la Argentina, fusiló el derecho de propiedad de los particulares en favor del
Estado, la Corte Suprema nos colectivizó.
Todo cierra ahora, no sé si hubo un pacto como denuncia
Lilita Carrio, acuerdo que por otro lado nunca logrará probar porque en esos
casos sólo hay presunciones, suposiciones, coincidencias, reuniones, pero rara
vez hay pruebas y rara vez se encuentra un juez que dicte una condena en base a
esas presunciones.
Lo que sin duda hay es un ataque frontal contra un
estilo de vida, estilo de vida en el que con luces y sombras se respetaba el
derecho a la propiedad, a la libertad de expresión, al individuo.
En pocos días el interés de cada individuo, de cada
unidad vital que confirma este país será reformado junto con el Código Civil y
reemplazado por el interés del “colectivo”, la incidencia de lo colectivo, ese
ente que es tan ambiguo y relativo como quien lo interprete y que podrá ser invocado
frente a cualquier situación.
Los que creyeron que su vida cambió por el matrimonio
igualitario, el garantismo penal, el verso del abolicionismo que espanta y da
escozor, por la elección del sexo y el cambio de identidad, el divorcio exprés,
por la legalización del consumo de estupefacientes o al menos el abandono de su
penalización, no entendió nada; fue vilmente engañado, porque todas esas
reformas en definitiva dependen de la voluntad del individuo, nuestras vidas están
por cambiar porque el eje jurídico sobre el que giran cambiara de ángulo de lo
individual a lo colectivo. Ya nadie estará seguro, si se invoca la necesidad
del grupo, el Estado dejará de estar al servicio del individuo y los individuos
pasaran a estar al servicio del Estado que será quien disponga que cuestión
representa un interés de incidencia colectiva.
Antes de fin de año, una mezcla de intereses particulares
de personajes de dudosa trayectoria moral y de egos desmedidos, de resentimientos
profundos y venganzas fraguadas hace veinte años atrás logrará su mayor victoria,
nos colectivizara y se convertirán en los nuevos iluminados, en una casta
especial.
Cada uno sabe que debe hacer, resistir como sea
necesario y cuanto sea necesario hasta que de la oposición surja un Charles de
Gaulle que nos organice.
Viva la República!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Viva la libertad individual!!!!!!!!!!!!!!!!!!!