Estas últimas, dos semanas
han comenzado a alinearse los planetas, el PRO se ha puesto a la par de Massa,
Scioli continúa pastando en la pradera de los cobardes y la popularidad de CFK
comienza a declinar.
Esto no quiere decir que
esta tabla sea definitiva pero comienzan a existir señales visibles de que la
crisis, ya ingobernable en lo económico, pega fuerte a un gobierno que está
cercado por la corrupción, la inflación y la inseguridad, tres factores que no
ha querido, no ha sabido o no ha podido controlar.
En este escenario las
críticas más feroces contra Macri no provienen del oficialismo sino de los
sectores liberales y conservadores que no encuentran partido político con
proyección electoral donde insertarse y ven en el PRO una expresión, impura que
no representa cabalmente sus ideas, pero que es percibida como moderada y de
centro por el resto del electorado. Uno de los mayores problemas del
liberalismo argentino ha sido esta manía de exigir expedientes de limpieza de
sangre intelectual, sin duda un producto de su adolescencia política, de su
inmadurez, a candidatos de otros partidos de cara a su incapacidad de mantener
una estructura partidaria viable. Si el peronismo es una bolsa de gatos que
cuando gritan no se están peleando sino reproduciendo, el liberalismo ha sido
una bolsa de gatos que cuando gritan se están matando.
Muchos de estos dirigentes
se emocionan con opciones que restan apoyo a Macri y algunos piensan seriamente
en votar por Massa en lugar del PRO, opción que además de ser incomprensible es
contradictoria. Massa representa todo lo que en estos años los liberales, los
demócratas en sentido amplio hemos criticado del kirchnerismo y aun cuando se
presente como un moderado y una cara fresca del peronismo, no se puede dejar de
recordar al momento de pensar en votarlo que fue el Director de la ANSeS cuando
se nacionalizaron las AFJPs y se confiscaron los fondos de pensiones y
jubilaciones privados de los trabajadores y que después fue Jefe de Gabinete de
este régimen. Massa sino fue cómplice de una cantidad importante de actos de
corrupción de este gobierno, fue al menos partícipe necesario de ellos por
acción u omisión y esa circunstancia es un manto de sospecha sobre la posible
investigación de los actos de corrupción y devolución del saqueo a que fue sometida
la Argentina en esta década ganada por la oligarquía kirchnerista. De hecho se
cuida demasiado en sus críticas al gobierno y cuando las hace es en el marco de
generalidades.
Por el contrario, el PRO a
asumido una posición mucho más beligerante y comprometida respecto del
gobierno, parece haber encontrado cierta comodidad en su papel opositor y
mientras más libre y espontaneo se presenta Macri ante la sociedad más
adhesiones cosecha y crece su imagen presidenciable. En las últimas semanas ha sido muy claro en su
posición respecto del impuesto a las ganancias y las retenciones a las
importaciones y su mensaje ha sido efectivo si se tiene en cuenta que desde el
gobierno salieron a responderle. Logró fijar la agenda por lo menos en un tema.
En el escenario
legislativo el PRO ha sido uno de los pocos, sino el único partido político que
se opuso de manera terminante a la sanción de la ley de pago soberano de la
deuda externa, no presentó ningún tipo de proyecto alternativo, Massa compró la
idea y pretendió distinguirse del oficialismo con un proyecto propio.
El PRO también en este
tema tuvo un mejor manejo y envió una clara señal a los mercados
internacionales sobre cuál es su posición respecto del default, las deudas se
pagan. En este aspecto Macri se presentó y manejó como si fuera el futuro gobierno
y transmitió seguridad. Lo mismo ha sucedido respecto de la ley de
abastecimiento y en muchos otros proyectos que violan garantías
constitucionales.
Es verdad que falta
organizar la presencia política del Pro en el interior, sin embargo hay que
esperar a ver como se diseñan las alianzas en esos distritos, la experiencia de
Marcos Juárez ha sido alentadora y no habría que descartar que se replique.
Mientras tanto el
kirchnerismo no logra encontrar soluciones a un panorama que se presenta
tormentoso, el dólar esta desbocado y pese a los ingentes esfuerzos del Banco
Central el denominado dólar ahorro sigue siendo una sangría y el blue avanza a
paso redoblado en su cotización con una brecha de más del 70% respecto del
oficial o dólar ahorro. Tampoco ayudan mucho las declaraciones de sus más
democráticos cuadros, como el caso del montonero Kunkel que muy suelto de
cuerpo propone cerrar el Congreso.
Mientras tanto Timerman
maltrata al embajador norteamericano patoteandolo con echarlo del país, han
desaparecido los aplazos en la provincia de Buenos Aires y se eliminó el
requisito del título docente para ser maestro de jardín, todo para poder habilitar
a “militantes sociales” para que adoctrinen a los niños desde los 4 y 5 años,
sigue el festival de indemnizaciones ahora para los hijos nacidos en el exterior
de los escapados inocentes o por terroristas del país en la década de los 70 y
las designaciones de la Cámpora en los tres poderes ya llega a varios miles de
empleados lo que promete dejar una pesada herencia a quién gobierne en el 2016.
Es por estas razones que
operar en contra de la única opción ideológicamente diferente del kirchnerismo
y afín a la moderación de las ideas que han nutrido al liberalismo argentino,
parece más una expresión de ceguera que de sabiduría política. Quizás el único
que haya visto esta imagen con suficiente antelación haya sido Pedro Benegas,
lamentablemente ya no está.
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