lunes, 1 de octubre de 2012

Que hacer con la justicia federal



La falta de cultura federal de la sociedad Argentina impide que los ciudadanos legos en derecho distingan claramente el alcance de muchos de los derechos enunciados en la Constitución Nacional relacionados con el gobierno federal.
Sin embargo, desde la reforma constitucional del año 1994, que reconoció autonomía a la ciudad de Buenos Aires, una visión federal de la justicia argentina nos permite rever el alcance de los artículos 24, 75 inciso 20 y 129 de la Constitución Nacional (juicio por jurados, facultades del Congreso para crear tribunales inferiores y reconocimiento de jurisdicción a la Ciudad Autónoma).
Norberto Oyharbide, Juez Federal
En los últimos días se ha producido un pico en las críticas que frecuentemente se realizan al juez federal Norberto Oyharbide.  Las impugnaciones a que es sometido están por demás fundadas ya que resulta obscena la impunidad con que expone su alineación con el oficialismo y la dudosa fortuna que tiene al momento de sortearse las causas más sensibles a la casa Rosada.
Parecería no haber un camino razonable para volver de la relación enfermiza que une al fuero federal con el oficialismo. Tampoco existe un organismo que permita confiar en el funcionamiento de los mecanismos constitucionales. El Consejo de la Magistratura, para el oficialismo, es un órgano esencial en su proyecto hegemónico y lo maneja eficientemente, desde allí da cobertura a los propios, persigue a los independientes, intenta manejar la designación de magistrados o en el peor de los casos las traba para especular con el régimen de subrogancias (sistema en que un juez debe hacerse cargo de otro juzgado vacante).
En una reforma constitucional esta institución debería ser derogada y volverse al régimen de la constitución histórica o al menos debería eliminarse la representación del poder ejecutivo y del poder legislativo en el Consejo de la Magistratura, en definitiva esos poderes tiene su participación específica en el proceso constitucional de designación de jueces, el ejecutivo al poder elegir al candidato de la terna propuesta y el legislativo mediante el acuerdo que otorga el senado.
La instauración del juicio por jurados es una deuda del Congreso
El verdadero control republicano sobre la actuación de los jueces federales no provendrá del Consejo de la Magistratura. La imparcialidad en los procesos judiciales e independencia del poder ejecutivo al momento de establecer la culpabilidad o inocencia de los funcionarios para la Constitución histórica proviene directamente del pueblo.
El artículo 24 de la Constitución Nacional señala que el Congreso promoverá el establecimiento del juicio por jurados, sin embargo esta es una deuda del Poder Legislativo con los argentinos que tiene casi 160 años.
Estoy convencido que los ciudadanos argentinos están perfectamente capacitados para integrar un jurado y determinar si existe culpabilidad o no en los delitos que se imputan a los funcionarios con la imparcialidad y celeridad del caso. Una justicia que tarda entre 10 y 15 años en finalizar un proceso a un funcionario desde el presunto momento en que cometió el delito, no es justicia.
Para un juez experimentado es muy fácil establecer, interpretar y fundar decisiones aparentemente lógicas, pero que se riñen con la realidad y, muchas veces, con el sentido común; sin embargo, si fuera el pueblo quien decidiera, por ejemplo, si constituyen delito las amenazas que Guillermo Moreno propicio telefónica y personalmente a Paula de Conto, la historia de la justicia argentina sería muy otra.
Imaginen si fueramos nosotros, los que pagamos los impuestos y mantenemos con nuestro dinero el sistema, quienes tuviéramos la responsabilidad de establecer el veredicto en los casos de las valijas de Antonini Wilson, las fortunas personales adquiridas por los funcionarios del kirchnerismo durante la función pública, Ciccone y tantas otras cuestiones, que diferentes serían las cosas.
Como argentino emplazo a los legisladores para que cumplan con el mandato del artículo 24 de la Constitución Nacional y les ruego que dejen de subestimar al pueblo, ya hemos demostrado con creces que somos maduros para asumir nuestro destino constitucional.

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