miércoles, 12 de diciembre de 2012

DESAFIOS PARA EL 2013


Para quienes somos devotos de la Constitución Nacional cada artículo tiene un valor especial y particular y cada derecho enunciado en la primera parte de esta ley de leyes tiene una importancia fundamental en el desarrollo de nuestras vidas.
La Constitución encierra un paradigma, un modelo, una idea rectora cuyo corte filosófico es liberal en materia política, penal y de derechos humanos, y es tan sabia en su redacción que mantiene vigencia y actualidad después de casi 160 años desde su sanción en Santa Fe. Cambiar ese paradigma liberal que la inspira y en el cual de cimienta el sistema representativo y federal en lo político, al tiempo que se enuncian los derechos y garantías que se reconocen a los habitantes de este país, fundamentalmente contra los abusos del Estado porque allí apuntan los derechos y garantías, es modificar nuestro estilo de vida, por eso resulta fundamental la defensa de este texto frente a proyectos que postulan su modificación parcial, pero que en realidad pretenden un cambio de paradigma constitucional llevándonos a un sistema colectivista de corte socialista al estilo venezolano o cubano.
El 2012 ya se va, ya termina, el esfuerzo mancomunado de parte importante de la sociedad y de la oposición, pese a que no se presente como un frente homogéneo, al avance kristino kirchnerista, ha sido suficiente este año para frenar las aspiraciones reformistas, sin embargo el 2013 será un año lleno de desafíos.
Las elecciones legislativas del año próximo son tan o más importantes que las del 2015 donde se elegirá presidente. El FPV necesita como condición de supervivencia lograr ingresar la mayor cantidad de legisladores posibles, de manera que le permita reflotar el proyecto de reforma constitucional para habilitar un tercer mandato a Cristina Fernández, sin embargo el verdadero peligro es el proyecto real que se esconde tras esa re reelección, que es ni más ni menos que la reforma del paradigma, el abandono de la filosofía política liberal en que esta imbuida la Constitución y su reemplazo por un sistema colectivista donde el individuo deje de ser el eje central del reconocimiento de los derechos y garantías, para que el Estado como gestor y auténtico intérprete de las necesidades colectivas ocupe un lugar preponderante en la determinación esas necesidades.
En ese nuevo paradigma, ya no seremos nosotros quienes decidamos que queremos ver por televisión, que empresa de cable contratar o programa de radio escuchar, será el Estado quién decida lo mejor para la comunidad y el individuo deberá someterse a ese bien superior determinado por el Estado para el grupo. Básicamente el individuo pasará a estar al servicio de la comunidad cuyos intereses son determinados por el Estado que se integrará por unos pocos elegidos por su capacidad, fidelidad y normalmente por su obsecuencia para determinar esos intereses comunitarios. En este esquema la mayoría de los problemas desaparecen, porque el individuo, la persona de la calle, el pueblo en sentido lato, no necesita información, no necesita tomar mayores decisiones, sólo cosas menores, mínimas, insignificantes quedarán fuera de la determinación estatal.
Como señaló hoy en Radio 10 Ricardo Forster “…hay un reducto último del individuo al que hay que escuchar...", aunque lógicamente es más una formalidad, una apariencia democrática, porque nunca en estos esquemas la opinión o elección del individuo podrá sobre ponerse a la determinación de las prioridades colectivas determinadas por el Estado.
Hasta podría llegar el caso de que el Estado decida cual será nuestra actividad, hay demasiados médicos y faltan enfermeros, por lo tanto estudie enfermería y no se queje, le podría haber tocado ser ascensorista; usted puede vivir holgadamente con 15000 pesos, lo que facture en exceso debe destinarlo a las familias de Tartagal que lo necesitan más, es un aporte comunitario extraordinario. Las posibilidades son infinitas, para que tener una remera en 15 colores diferentes, sin con los primarios es suficiente diversidad.
Este tipo de decisiones que parecen lejanas o propias de 1984 de Orwel, están mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos. Cada vez que el Estado a través de la ANSeS fija un haber jubilatorio mínimo en vez de pagar al beneficiario lo que la ley legítimamente le otorga y por lo que esa persona a aportado durante si vida laboral, el Estado está determinando cuanto necesita esa persona para vivir violando su derecho a lo que le corresponde por la ley; cuando funcionarios de la AFSCA declaran que revisarán los contenidos de los medios para verificar que los grupos que debieron desvincularse por aplicación de la Ley de Medios no estén burlando la esa ley, están decidiendo que van a establecer que se puede decir y que no se puede decir por radio y televisión, visto de otra manera están decidiendo que es lo que usted debe ver, leer y escuchar, están censurando; la reciente decisión del RTA Radio y Televisión Argentinas, dirigida por Tristán Bauer, y Radio Nacional de levantar los ciclos de 48 emisoras locales en el horario de 9 a 12hs para imponer un ciclo dirigido por el periodista Galende que participa de 6,7,8, esta concentrando lo que usted debe escuchar y violando el federalismo y la libertad de elección; el manejo de los contenidos de los textos de estudio y la irrupción de La Kampora en jardines de infantes y escuelas primarias y secundarias es parte de ese paradigma en donde el Estado reemplaza autoritariamente al individuo en sus decisiones, a los padres en las ideas morales con que desean educar a sus hijos.
Las presiones a que ha sido sometido el Poder Judicial durante el último mes en razón de la causa Grupo Clarín, en donde se llego a decir que los jueces no pueden declarar la inconstitucionalidad de la leyes sancionadas por el Congreso, o las recientes declaraciones de Cristina Kirchner respecto del caso “Verón” y la necesidad de democratizar a los jueces, demuestra no sólo un desconocimiento absoluto de las pautas básicas que rigen el derecho constitucional, sino que trasuntan una filosofía totalitaria que convierte al juez en un mero autómata destinado a ejecutar las ordenes del Estado, en lugar de ser el interprete “independiente” de los derechos garantizados a los individuos.
Las declaraciones de la presidente de la Nación, retwiteadas por Alicia Kirchner en el sentido de que las minorías deben amoldarse a lo que disponga la mayoría, es la inversión de la ecuación democrática en virtud de la cual la mayoría tiene el deber de respetar a las minorías. La deformación conceptual y republicana que padece el gobierno kirchnerista es aterradora, pero más aterrador es la indiferencia que demuestra la gran mayoría del pueblo argentino.
Cuando advierto el agotamiento moral que ha conducido al desinterés general de la sociedad en estas cuestiones tan básicas y trascendentes, entiendo como regimenes como el de Hitler, Mussolini, Salazar o Videla, Pinochet, Castro, Chávez, Correa y tantos otros han logrado encaramarse en el poder, el gobierno kirchnerista recorre la misma senda, la ruta de los populismos totalitarios, ni de izquierda ni de derecha, simplemente populismos fascistas, sólo falta que comiencen a ver a la oposición como personas enfermas que merecen ser recluidas para su tratamiento en centros de reeducación.
No es nuevo, el ser humano es muy frágil y ser libre demanda un esfuerzo constante, una decisión vital que debe renovarse día a día. Como dijo en “El Espectador”, José Ortega y Gasset, “…el liberalismo, antes que una cuestión de más o menos en política, es una idea radical sobre la vida; es creer que cada ser humano debe quedar franco para henchir su individual e intransferible destino”. 

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