miércoles, 11 de julio de 2012

La Reforma que viene

Yaski, DElia y Forster por un nuevo paradigma constitucional
Recién llego de una comida con amigos donde el tema dominante fue la reforma de la Constitución Nacional, su proyección y alcance.

Había dos posiciones al respecto. Una sostenía que la reforma no se llevaría a cabo porque la economía, que no perdona ni entiende de egos o razones políticas, se llevaría puesto al gobierno y no le daría tiempo para reaccionar  o lograr imponer la reforma. Las crecientes crisis provinciales, los vencimientos de deuda y los descalabros que se han llevado a cabo en materia de exportaciones y política cambiaria, la recesión y desempleo, serían factores determinantes de este escenario.

La otra posición, más política, quizás menos técnica, sostenía que los tiempos se podrían manejar, que la economía aguantaría lo necesario para llegar a plantear el tema después de las elecciones del 2013 con una nueva mayoría en el Congreso y el apoyo de otros partidos -FAP, UCR-, en definitiva que se trataba de una cuestión de supervivencia política para el kirchnerismo y que no repararía en gastos ni extorsiones para lograr imponer la mentada reforma constitucional.

Lo cierto es que la estrategia después de la reelección y de que la diputada Conti largara la bomba de la reforma constitucional para la re-reelección de Cristina Fernández, fue negar la reforma constitucional, todos los funcionarios del gobierno se turnaron para descalificar cualquier hipótesis de reforma y de esa manera lograron mantenerla en agenda política durante casi un año.

En junio la reforma apareció en escenario nuevamente, como una convocatoria propiciada por el Gobierno para debatir temas como "Constitución, Soberanía Económica y Modelo Productivo Solidario", así como los vínculos de la carta magna con la "integración sudamericana", la "ampliación de derechos" y "un Estado para todos y todas", siempre aclarando que la presidenta no tiene nada que ver con estas iniciativas.

Lo cierto es que parece haber dos proyectos diferentes que se complementan y son funcionales el uno para el otro. Por un lado, la omnipresente voluntad política de Cristina Fernández de lograr revalidar sus títulos por tercera vez, para ella la reforma se limita a lograr un tercer periodo, aun cuando lo niego y jure que no está en su horizonte, al final del camino lo único que ve es el sillón de Rivadavia.

El otro proyecto es el que más preocupa, porque es literalmente un cambio de paradigma constitucional. Yo le recomiendo al lector que se tome media hora y navegue por you tube para conocer las ideas de Forster, Delia, Yaski, Barcesat y otros intelectuales, políticos, dirigentes sociales y constitucionalistas alineados al gobierno, sobre la necesidad de reformular la declaración de derechos y garantías de la Constitución Nacional. Para este sector es necesario redefinir el concepto de propiedad, familia, igualdad, libertad de expresión entre otros derechos, como elevar con rango constitucional al Unasur. El argumento de este sector es que los avances sociales logrados durante el gobierno kirchnerista necesitan ser consolidados mediante un nuevo modelo constitucional diferente del diseño liberal decimonico de la constitución de 1853/60.

En síntesis, para Cristina Kirchner la Constitución Nacional se reduce a una herramienta de gobierno que debe modificar para lograr un tercer mandato, para ello utiliza a los intelectuales con el objeto de que mantengan vivo el debate sobre la necesidad de un nuevo paradigma constitucional. Empero, para los intelectuales, la reforma tiene un matiz diferente, para ellos la re reelección no es una prioridad, el acento se posa sobre los derechos y garantías que deben rediseñarse para imponer un modelo colectivista.

El futuro no está claro y si bien parecerìa necesario que coincidan demasiadas variables para hacer posible la reforma constitucional, que la economía no se dispare, que las elecciones del 2013 sean positivas para el oficialismo y lograr la mayoría especial de los dos tercios de los miembros del Congreso para sancionar la ley de necesidad de reforma constitucional, yo no dormiré tranquilo hasta que definitivamente se haya desvanecido el proyecto de los intelectuales.

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