lunes, 16 de julio de 2012

Liberales a las cosas. Argentinos al liberalismo.

El mayor desafío que enfrentamos los liberales para las próximas elecciones es lograr comunicar un mensaje político que sea atractivo para la sociedad y represente cabalmente nuestras ideas.
Estoy convencido que la mayoría de los seres humanos somos liberales y que muchos aún no se han dado cuenta de ello.
Por eso, es necesario llegar todas las personas con un mensaje que les permita descubrir que el liberalismo esta latente en su naturaleza y que no sabían que estaba allí.
Debemos ser el vehículo para que cada argentino descubra el liberal que lleva encerrado en su interior.
La economía ha sido un tema insoslayable en la discusión política y uno de los preferidos por los liberales, sin embargo no debe ser el tema excluyente de nuestro mensaje, como muchas veces lo ha sido.
La importancia que le hemos asignado en otras ocasiones a la economía nos ha generado la fama de ser personas indiferentes ante las necesidades básicas de la población, ante las miserias de la pobreza, las deficiencias del sistema de salud pública, de la educación y de la justicia. Debemos romper ese círculo vicioso.
La realidad es que no existe ideología que brinde mayor protección a las necesidades de los sectores más necesitados que el liberalismo y nunca tuvimos la claridad, ni la voluntad, de explicarlo de una manera llana, como se le explica a un niño, el porqué de esta verdad. A llegado el momento de hacerlo, no nos queda mucho tiempo.
Debemos modificar el estereotipo que nuestros adversarios han inventado para nosotros. No somos ogros, ni desalmados que sólo veneran al señor Mercado; somos seres humanos que veneramos la libertad como fundamento del desarrollo individual y su inserción en la comunidad.
Debemos, de una vez por todas, exponer nuestro mensaje social, porque tener proyectos de contenido social no es ser de izquierda, ni estar en contra de la propiedad privada o la libre empresa, sino tan sólo reconocer que en todas las sociedades hay sectores más débiles que otros y que es ahí donde el Estado debe estar, excepcionalmente, brindando cobertura hasta que se den las condiciones para que esa necesidad quede neutralizada y se concrete la “noble igualdad” de la que habla nuestro himno nacional.
Porque para nosotros la conciencia social, significa aceptar la responsabilidad que como individualidades dentro de una comunidad tenemos respecto del resto de los integrantes de esa comunidad. No hace falta ser progresista, ni socialista, para ser solidario, basta ser una persona de bien y respetar los derechos del resto de los argentinos.
Debemos explicar que ningún candidato liberal pretende hacer tabla rasa con los planes sociales, ni con los comedores comunitarios, ni con las diferentes asistencias que brinda el Estado; pero también debemos advertir que no los vamos a prolongar indeterminadamente porque la dignidad de las personas se conquista a través del trabajo y no mediante el clientelismo, porque la “subsidio-dependencia” es denigrante para el ser humano y tan nociva para la sociedad, como el “paco” para nuestros hijos.
Tenemos que convencer al pueblo argentino que es mejor ser dueños de la caña de pescar que comer mojarritas gratis dos veces por semana.
Nuestro mensaje debe explicar claramente que “orden” y “respeto” no son sinónimos de “represión”, porque una sociedad respetuosa del prójimo y la propiedad privada es una sociedad que crece con el aporte de todos, para todos. La verdadera comunidad se nutre del aporte de sus miembros, de los logros y éxitos de cada uno de sus componentes; el colectivismo y el socialismo, por el contrario, son parásitos que crecen a costa de la sociedad, que se aprovechan del esfuerzo individual, para beneficio de unos pocos elegidos.
Debemos ser lo suficiente-mente amplios para dar cobijo a todas las expresiones que tengan denominadores comu-nes con el liberalismo, sean de centro, federalistas, libertarios, liberales del interior, autono-mistas, no hay liberales per-fectos, el ser humano siempre tiende a un modelo, el nuestro es el poder limitado, la republica, el individuo y la libertad.
Debemos aunar esfuerzos por crear una gran fuerza liberal donde sus componentes coincidan en un núcleo de ideas básicas. No pretendamos crear un partido o movimiento liberal perfecto, porque seguiremos siendo los pocos de siempre.
Le debemos a la sociedad una explicación dolorosa, pero necesaria, nosotros no somos, ni hemos tenido nada que ver con los funcionarios de la década del ’90 a los que nuestros adversarios denominan “neoliberales” y aún cuando podemos haber compartido nuestra afiliación a un partido común por aquellos años, nosotros no compartimos sus conductas, ni somos responsables de sus errores. Esas personas, si alguna vez compartieron ideas con nosotros, las traicionaron, las vendieron, las cambiaron por un cargo y no forman parte de nuestro proyecto.
Es fundamental que el pueblo argentino comprenda nuestro íntimo e impostergable compromiso con los derechos humanos, por la sencilla razón de que el liberalismo le descubrió esos derechos a la humanidad.
La Declaración de los Derechos del Hombre es una conquista del liberalismo del siglo XVIII. Los regimenes socialistas y colectivistas que han infectado a Latinoamérica desde fines de la década del ‘90 sólo utilizan la bandera de los derechos humanos como un argumento de propaganda política, pero nunca los han respetado y en cuanto logran hacerse del poder comienzan a restringirlos uno a uno, de manera implacable.
Cuba es el ejemplo flagrante de dicha estrategia política y si no fuera así que alguien me explique porque los cubanos prefieren adentrarse en balsas a un océano lleno de tiburones en lugar de quedarse en el paraíso que les han construido los Castro en los últimos 60 años.
Nuestro país no es ajeno a ese atropello, a esa estafa electoral. El Kirchnerismo poco a poco ha avanzado sobre la libertad de prensa, la propiedad, la justicia federal, el derecho de defensa, la seguridad, el medio ambiente, desde hace unos días ha comenzado a perseguir abiertamente a quienes disienten con sus políticas cambiarias en un claro ejercicio de los que en derecho se denomina desviación de poder, y a instancias de este gobierno y sus secuaces una larga noche amenaza a la declaración de derechos y garantías de nuestra Constitución Nacional.
Que se sepa que apoyamos decididamente la independencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las decisiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
José Ortega y Gasset
Porque como dijo Ortega y Gasset, el liberalis-mo, antes que una cuestión de más o menos en política, es una idea radical sobre la vida; es creer que cada ser humano debe quedar franco para henchir su individual e intransferible destino.
Por eso, liberales a las cosas, argentinos al liberalismo.

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